El postre favorito de
María Antonieta
La historia de estas delicadas, crujientes y coloridas galletas de harina de almendra se remonta a la región del Véneto italiano y tiene todo que ver con la realeza.
Llegaron a Francia en 1581, gracias a la reina Catalina de Médici, quien los llevó a la boda del duque Anne de Joyeuse. Entonces eran galletas craqueladas y no llevaban relleno.
Este bocado dulce gustó mucho y se arraigó en la zona cercana al Ródano, gracias a la abundancia de árboles de almendro, favorecida por el clima mediterráneo.
En 1862, Louis-Ernest Ladurée, junto a su esposa Jeanne Souchard, fundó uno de los primeros salones de té. Allí comenzaron a venderse los macarons como los conocemos hoy: rellenos.
Los franceses tienen tal devoción que cada 20 de marzo celebran el Día del Macaron y se premia a la mejor pieza de todo París. Además, se volvió una delicia muy requerida en todo el mundo.